Cucos, las catedrales del campo - Pozo Cañada

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sábado, 10 de marzo de 2018

Cucos, las catedrales del campo

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 Casa típica de labranza de Salobral, con el Cuco de la finca Casa la Mota

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Cuco hoyo la torca, Pozuelo (Albacete)

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Cuco de los Gramales, Pozuelo (Albacete)

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Cuco en Tomelloso, bien cuidado

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Esta es la fotografía del programa "Albacete Ahora" publicada el 28 de mayo de 2024: "Cuco" de Víctor Jarque Domingo Localización: Barrax.

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Finca pastoril en las proximidades del Pantano de Peñarroya, entre Argamasilla y Ruidera. Fotografía: guierte.com

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Los chozos son pequeños refugios construidos por pastores y agricultores. Muchos han desaparecido, pero todavía podemos ver chozos en pie. Son de planta circular o ligeramente cuadrada, con portada en forma de cúpula, hueco en el tejado a modo de chimenea, ventana a media altura y hueco para la puerta de entrada. Se construyen en mampostería seca o con barro, mortero de cal o argamasa. Se utilizaban para guardar herramientas, aunque había muchas.Se utilizaba como vivienda y tenía un pesebre para mulas.


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Los cucos, también llamados chozos, bombos y cubillos, son una construcción típica manchega albaceteña, realizada en piedra y de forma semiesférica. Su función original era la de servir de refugio a los pastores. Hoy en día todavía se pueden ver en la llanura manchega de la provincia de Albacete, así como en la comunidad de Monte Ibérico-Corredor de Almansa y en la comarca de Hellín. También están presentes en la zona de Jumilla (Comarca). de Murcia). El origen de estas modestas construcciones es aprovechar o dar algún uso a las piedras que se suelen retirar de los campos agrícolas para mejorar su riego y fertilidad.

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Otro de los Cucos que tenemos en la provincia de Albacete que por cierto esta muy dejado y necesita una restauración...

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Fueron los arquitectos del campo. No tuvieron estudios, ni siquiera carreras técnicas ni universitarias. Pero la sabiduría que heredaron de padres y abuelos les convirtieron en constructores inmortales. No tendrán calles ni plazas ni homenajes, pero sus diseños en piedra seca son -todavía hoy- testigos de sus hazañas. ¿Se imaginan levantar refugios encajando piedra a piedra sin utilizar material de sellamiento?
Pues así se edificaron los refugios de ocupación temporal que se construyeron a lo largo de los años en mitad del campo, generalmente en espacios muy alejados de los núcleos rurales, construcciones que adquieren diferentes nombres en función de su localización, de forma que un cuco puede ser un cubillo, un bombo o un chozo.
El caso es que todas estas denominaciones corresponden a la misma construcción: un refugio para hombres y animales que se levantaba en mitad del campo con el material que se amontonaba en las lindes: la piedra. Juan Ramírez es un gran experto, conocedor y defensor de la arquitectura rural en piedra seca de Castilla-La Mancha. Explica que cuando el campesino se enfrentó a la necesidad de limpiar su propiedad para mejorarla, «el arranque de la piedra, su acarreo y depósito en las lindes fueron las primeras tareas que abordó».
La costumbre de la población rural de reutilizar sus materiales de desecho dieron lugar a estas singulares construcciones: chozas levantadas exclusivamente con bloques de piedra y lascas, inmovilizadas por medio de cuñas: «Apenas se trabajaba la piedra, únicamente se utilizaba un mazo de hierro para retocarlas y para meter pequeñas piedras entre las losas, haciendo de cuñas», recogió Juan Ramírez de un campesino que se acercó a entrevistar.
Según este experto en cucos, lo más sorprendente de estos refugios son sus cerramientos, especialmente la cúpula. A partir de cierta altura y por medio de losas colocadas en las esquinas a modo de rudimentarias pechinas, «se transformaba en un perímetro poligonal de ocho lados sobre el que, de igual modo, se levantaba la cúpula». El modelo más frecuente de esta provincia es el denominado «falsa cúpula», entendiendo como tal el cerramiento de un espacio circular haciendo que el diámetro de las sucesivas hiladas sea cada vez menor, por lo que, gracias a su aproximación, se produce el cierre del conjunto.
El concienzudo estudio que realizó Juan Ramírez pone de manifiesto la complejidad que entrañaba la construcción de las puertas de estos refugios, cuya abertura se orientaba mayoritariamente al sur y se remataba con diferentes diseños: un dintel horizontal o un alzado.
Los usos de estos cucos o cubillos eran muy concretos: en realidad se trataban de habitaciones construidas en mitad del campo que servían para la estancia temporal de labriegos y ganado. Pesebres para animales, bancos corridos para rústicas camas e, incluso, restos de humo corroboran esta principal utilidad.
Se calcula, según los estudios de Juan Ramírez, que en la provincia de Albacete pueden permanecer en pie alrededor de 500 cucos y cubillos que cumplieron diferentes funciones.
En la llanura cerealista de Albacete, Pozohondo y La Roda destacan el cuco Emilio de Argamasón y el cuco Anselmo de Pozuelo. Pero es en los viñedos de Villarrobledo donde se encuentra uno de los ejemplos más destacados de la provincia: el bombo conocido como Los Geminados, cuya silueta se distingue fácilmente entre los campos de viñas. Además, “su construcción está muy bien mantenida y su estado de conservación es excelente”, apunta Ramírez. Pero no todos los cucos han servido exclusivamente como refugio temporal. Aunque son las menos, existen otras construcciones de piedra seca como la de Villavaliente, un gran cuco, más conocido hoy como aljibe porque servía para abrevar al ganado.
Minaya es la localidad que Juan Ramírez describe como un "museo de la piedra seca al aire libre", pues en esta zona se pueden contemplar cientos de magníficos refugios, como el Tío Bartolo y Peñalver. También en Alatoz, Casas de Juan Núñez y Villavaliente se encuentran numerosas muestras de esta arquitectura asociada al cultivo del azafrán y el cereal. En su larga lista investigada, Juan Ramírez no olvida destacar el cuco del Conde en Valdeganga, con dos plantas, una para agricultores y otra para animales; el cuco Senén en Casas Ibáñez; y el gallinero de Balsa de Ves, de planta cuadrada, "llamado así porque albergaba a las gallinas en época de cosecha para alimentarlas en el rastrojo mientras duraban las tareas de recolección".
También Alcaraz y su comarca ofrece al visitante una variada oferta de refugios, principalmente de pastores, mientras que en el corredor de Almansa se pueden contemplar en el propio municipio, en Higueruela, en Hoya Gonzalo, Chinchilla y Pozo Lorente. “Otra ruta importante –añade- es la de Montealegre del Castillo, Albatana, Ontur y Hellín”.
Para Juan Ramírez, lo peor de este patrimonio arquitectónico en piedra seca es que, una vez que los cucos perdieron su función, "es preocupante su situación de abandono", perdiéndose el 30% de estas construcciones en los últimos 20 años.
Por ello, este experto en arquitectura popular lleva años reivindicando la necesidad de declarar algún tipo de protección a los cucos para garantizar su conservación y ponerlos en valor mediante la creación de itinerarios turísticos por comarcas.


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