Echo la vista atrás en mi memoria sentimental, y vienen a mí esas tardes de estío, consumidas por intensas siestas, adornadas de moscas danzarinas. Levantarme con sopor y ver la figura de la abuela, que con paso atropellado iba directa hacia el patio. Un patio con dos higueras, y un olor envolvente de menta. El brocal del viejo pozo resplandecía, y la abuela echaba mano del agua del pozo, y regaba el patio, para después, asomarse a la cera de la calle, y esparcir esa agua tan fresquita, que hacía que el solano instalado en los guijarros de la calle, emanase y se tornara fresco. Cubos y cubos de agua, mientras llamaba a su hermana, y las vecinas venían cada cual con su silla de anea para hacer una especie de corrillo, y empezaba así la tarde de tertulia, tomando el fresco. Hablando de sus cosas, o de las últimas noticias, o de cómo había cambiado el mundo, válgame Dios, comentando los últimos acontecimientos del pueblo; quien había pasado a mejor vida, quién sufría de desamores…A veces pasaba por la calle alguna vecina que venía de la huerta, y les ofrecía algún melón o sandía “agua pura” les decía al corrillo enfrascado en sus cosas…Se pasaban así las horas hasta que el sol se ponía, y entonces cada cual se recogía…”Hasta mañana tía Teresa, hasta mañana tía Remigia”…Tomando el fresco, costumbre que se va perdiendo, y a la cual recuerdo con mucha nostalgia…
Texto: Rosa Delgado.
Fotografía de la Biblioteca Digital de Castilla-La Mancha, “Legados de la Tierra”.
FUENTE:
https://www.facebook.com/laalacenadedonquixote/photos/a.446276288731206/8242540552438035/
LA ALACENA DE DON QUIXOTE
©Pedro Pablo Romero Soriano RS
No hay comentarios:
Publicar un comentario