Vienen a mi aquellos días, en pleno invierno, en casa de la abuela, días donde el frío andaba pululando. Entonces no existía el gas natural, y la calefacción no era muy habitual. Recuerdo las estufas en el comedor, en alguna habitación como algo excepcional, y siempre a la hora de irnos a la cama, me preparaba la bolsa de agua caliente para los pies....¡Qué momentos¡, meterte en la cama, y sentirte a buen recaudo con ese calor que se mantenía por no muy largo tiempo, pero cerrar los ojos, y sentirme en la gloria....Ha pasado el tiempo, las costumbres, pero la necesidad siempre agudiza el ingenio....La bolsa de agua que tanto esperábamos a la hora de dormir...
Texto: Rosa Delgado.
FUENTE:
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LA ALACENA DE DON QUIXOTE
Fotografía: Pinterest
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