El Oficio de Herrero - Pozo Cañada

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sábado, 28 de abril de 2018

El Oficio de Herrero








Este  oficio  es  uno  de  los  más antiguos  que  se  conocen.  Era  totalmente  primordial  en  las  zonas  rurales,  sin  él  hubiera  sido imposible  mantener  el  equipamiento  de  labranza  en  buenas  condiciones,  evitando  situaciones  difíciles  para  muchos  labradores.

A  él  acudían  cuando  era  preciso  arreglar  cualquier  utensilio  de  labranza.  
Su  cometido  era  la  de un  artesano  que  debía  unir  la  fuerza,  el  ingenio  y  la  destreza,  para  dar  a  golpe  de  martillo  la  forma  deseada,  así  como  el  temple  necesario  a  las  piezas  que  se  forjaban  en  su fragua.
En  aquellos  años  era  la  habilidad  unida  a  la  experiencia  propia, las  técnicas  que  determinaban  la  calidad  de  su  trabajo,  las  cuales  se  mantuvieron  sin  grandes  variaciones,  a  lo largo  de    muchísimo  tiempo.

Su  trabajo  consistía  en  elaborar  objetos  de  hierro,  utilizando  para  ello  herramientas  manuales  para  martillear,  doblar,  modelar  o  cualquier  otro  método  utilizado  para  dar  forma  al  hierro,  cuando  se  encuentra  en  estado  maleable  por  efecto  del  calentamiento,  se  pone  incandescente,  para  posteriormente  ser  sometido  al  proceso  de  forjado.
El  color  era  muy  importante  para  determinar  la  temperatura  y  maleabilidad  del  metal.  Cuando  el  hierro  es  calentado,  para incrementar  su  temperatura,  primero  se  vuelve  rojo,  luego  anaranjado,  amarillo  y  finalmente  blanco.
El  color  ideal  para  el  forjado  es  un  blanco – anaranjado.  Como  deben  ser  capaces  de  ver  el  color  del  metal  para  trabajar,  muchos  herreros  trabajan en  lugares  de  baja  iluminación.
Según  las  buenas  manos  que  tuviera  el  herrero,  en  muchos  casos, se  fabricaba  sus  propias  herramientas,  las  cuales  utilizaba  para  su  oficio.  El  tiempo  y  las  tradiciones,  variaron  la  forma  de  los  utensilios,  no  obstante  lo  básico  persiste,  y  sobre  ello  recaía  el  trabajo  de  su  oficio.
Un  oficio  que  nunca  ha  necesitado  demasiada  infraestructura  para  ser  llevado a  cabo,  siempre  se  dijo  que  el  herrero  todo  lo  que  necesitaba,  era  algo  donde  calentar  el  metal,  algo  donde  golpearlo,  y  algo  con  qué  golpearlo.
El  oficio  de  herrero  se  caracteriza,  entre  otras  muchas  cosas,  por  el  gran  número  de  herramientas  que  utiliza.  Este  artesano,  no  sólo  las  fabricaba  para  otros  sino  que  también  necesitaba  proveerse  de  ellas.

Los  herreros  han  ido  introduciendo  variaciones  en  las  herramientas,  para  adaptarlas  a  la  forma  particular  de  trabajar,  lo  que  ha  ido  generando  herramientas  originales  y  personales.  Las  herramientas  para  su  trabajo son  múltiples,  es  más,  se  pueden  clasificar  en  grupos  según  sea  su  función.
Las  herramientas  por  sus  grandes  dimensiones:




LA FORJA, es el lugar donde se le aplica calor al metal en la herrería, aquí se contiene y controla el volumen del fuego necesario para el trabajo.

EL FUELLE, su cometido era producir una corriente de aire, lo suficientemente intenso según los casos, para avivar el fuego en el interior de la forja. Antiguamente se manejaba manualmente, pero con el tiempo se hacía con aspas y con movimiento producido con electricidad.

El YUNQUE, a mi parecer esta es la herramienta-soporte de mayor importancia, la que debe ser de buen acero y de buen peso ya que sobre este soporte se recibirán innumerables golpes de martillos de diferentes tamaños.  


 El yunque de mi padre


TENAZAS, son usadas para sujetar el metal incandescente, varìan en formas y tamaños según las necesidades.

MOLDES, son instrumentos para dar forma al metal. Estos se calientan de modo tal que el metal se derrite y sale a travès de aberturas previamente marcadas en el molde. Por estros orificios se introduce el metal fundido, de forma que cuando se enfría y se rompe el molde, se reproduce la forma deseada en el metal. Con ello por ejemplo, se puden fabricar piezas de formas particulares como las cucharas, las herraduras, etc.

PIEDRA DE AFILAR, como su nombre indica, servìa para afilar las herramientas.
Las herramientas màs comunes y de uso manual eran las siguientes:
Limas, taladro de mano, el macho (tambièn llamado mallo), martillos de diferentes tamaños, tajadera (para cortar piezas), mandarria, maceta, tornillo de banco, puntero, mazo de madera, atizador, espetón, cortafríos, taladro, hachita, limas, clavos, burras, etc.


MATERIALES QUE FABRICABAN

AGRICULTURA


Lo más importante era sin duda la reparación de la reja del arado, que consistía en aumentar el espesor de esta herramienta, debilitada por el desgaste del uso, y que siempre fue imprescindible para los labradores, así como arreglar toda clase de herramientas, y piezas destinadas a las tareas del campo, picos, hachas, azadas, azuelas, palas, ruedas de carro. Además de todo esto, también se fabricaban las herraduras, y herraban a las caballerías.

CONSTRUCCIÓN

Productos en hierro forjado como rejas, barandillas, punteros, cortafríos, picos (este tipo de herramientas también se dedicaban a aguzar y templar, debido a que sufrían mucho desgaste con el uso).

USO DOMÉSTICO

También elaboraban diversos productos en hierro forjado, como muebles, esculturas, herramientas, artículos decorativos y religiosos, campanas, utensilios de cocina, armas, estufas, llaves.

CONCLUSIÓN


Con el paso del tiempo, y la entrada de la electricidad en los pueblos, las características tradicionales del oficio fueron cambiando. Así por ejemplo, la sustitución del fuelle por el ventilador eléctrico, supuso la desaparición de uno de los elementos ancestrales de la fragua. Lo mismo sucedió, cuando se incorporó el motor al taladro o a la piedra de afilar. A la par que todo esto sucedía, la labor de los herreros, fue paulatinamente asumida por la industria, como otros muchos trabajos.

En la actualidad los herederos de aquellos artesanos, se han convertido en otro tipo de oficio, llamado cerrajeros, también se maneja el hierro, pero de distinta manera.

Intervienen modernas formas de corte, sierra de disco, sierra de cinta, soldadura oxiacetilénica, soldadura con electrodos de recubrimiento, soldadura de hilo continuo con gas noble de argón, máquinas modernas de tronzar, prensas, tornos, etc.

Aunque se trabaja con limpieza, no tiene nada que ver, se elabora en serie, y ya no es la artesanía de los tiempos pasados.


La fragua de Vulcano, obra de Diego Velázquez pintada en 1630, se encuentra en el Museo del Prado, Madrid, España

El herrero era aquella persona que mediante su forja, yunque y martillos elaboraba objetos de metal, comúnmente acero e hierro, de necesidad para toda la sociedad.
El oficio de herrero era el de un artesano que debía unir la fuerza, el ingenio y la destreza para dar, a golpe de martillo sobre un yunque, la forma deseada y el temple adecuado a las piezas que se forjaban en su fragua.
En aquellos años era la experiencia y la habilidad propias, las que determinaban la calidad de su trabajo. El mundo rural necesitaba antes al herrero para aguzar las herramientas especialmente las rejas del arado; también asumía las funciones propias de cerrajero, viéndose comprometido a hacer cerraduras, llaves, bisagras y pequeños herrajes en los que predominaba el trabajo de ajustado con la lima. Colaboraba con el carretero en la construcción de los carros.

Entre esos objetos se encontraban no sólo herramientas, campanas, armas y artículos de cocina, sino que en muchas ocasiones también realizaban artículos decorativos muebles e incluso esculturas.
Mediante la forja se fabricaban los cierros y balcones, partiendo de barras cuadradas o redondas de hierro o acero.
El herrero daba forma a las piezas en estado incandescente con ayuda de martillos de forjar. Para calentar los barrotes se utilizaba el fuego de la fragua.
Cuando la pieza alcanzaba el calentamiento para ser forjada, tomaba un color amarillo naranja que correspondía a 1.100º C y ya se podía dar forma en el yunque dando martillazos enérgicos y aplicados con destreza.
 


El oficio de herrero era el de un artesano que debía unir la fuerza, el ingenio y la destreza para dar, a golpe de martillo, la forma deseada y el temple adecuado a las piezas que se forjaban en su fragua.
En aquellos años era la experiencia y la habilidad propias las que determinaban la calidad de su trabajo.
La fragua era también un lugar de tertulia para hombres. Tenía cierta semejanza con la taberna o la barbería, locales en los que se daba rienda suelta a las opiniones, críticas y bromas.

Estampa tradicional de forjado en el que aparecen el maestro y el aprendiz, así como el hogar y el yunque


El hecho de estar permanentemente abierta, la convertían en lugar de encuentro no solamente para los labradores que acudían a errar sus caballerías, sino también para los guardias, el maestro e incluso el cura.
Para los niños, la fragua era un lugar misterioso que ejercía una atracción no exenta de peligro. Me asombraba ver el hierro candente, admiraba las habilidades de mi padre, envuelto entre chispas que saltaban de su yunque y me fascinaba hacer funcionar el inmenso fuelle para conseguir reavivar las llamas.
Con el tiempo llegó la mecanización del campo y los adelantos modernos. En pocos años las yuntas de animales fueron sustituidos por tractores.
Los antiguos carros por remolques. Los arados romanos por los nuevos artilugios de varias vertederas.
En los hogares dejaron de necesitarse trébedes y útiles semejantes. Los enrejados para las ventanas se hacían en talleres especializados.
  

La temperatura es la que en el fondo convierte el metal duro, en una moldeable estructura y que da la forma que el herrero o el escultor precisan para su obra. En el caso del acero, tiene diferentes temperaturas para darle formas y temple. La fragua que sigue funciona a gas licuado y también es de bastante utilidad por lo rápido en calentar la hornilla, pero siempre son para piezas mas pequeñas.
Personalmente tengo una fragua que como está en el campo, recojo piñas que caen de los pinos y éstas cuando aún no se abren duran mas en el fuego y calientan sobremanera, también le añado un poco de carbón cuando se requiere de un trabajo un poco mas largo.
Yo les recomiendo a los que se inician como herreros, que cuando enciendan la fragua aprovechen para elaborar varias piezas y bajo ese concepto matarán varios pájaros de un tiro, vale decir con una encendida se aprovecha mejor el carbón.
Hoy en dia también se usa el oxiacetileno que calienta una pieza súper rápido pero yo no lo aconsejo.


En este óleo de Pedro  Pablo Rubens  genio de la pintura flamenca, vemos a Vulcano forjando los rayos de Júpiter



Mucha gente piensa que encender la fragua es tan simple como encender un fuego, y en cierta modo lo es, pero debe hacerse de forma diferente. El fuego de la fragua debe ser interior, donde debe concentrar el calor para poder aplicarlo al hierro justo en el lugar preciso donde queremos moldear. Aquí explicamos el primer paso: encender la fragua.

Carbón, aire, fuego y agua son los elementos básicos necesarios para poner en marcha la fragua. Esta debe contar con una base sólida preparada para aguantar el calor y alojar en el centro, donde estará el fuego, un tubo que permita dosificar el aire que se utilizará para dar intensidad al fuego (actualmente el tubo cuenta con una turbina eléctrica de aire, que han suplido al tradicional fuelle con el que dispensaba aire el herrero).

Sobre la base, se extiende el carbón que deberá ser de hulla y no de lignito que servirá para nutrir y arropar el hierro en cuestión. Es conveniente que todo quede cubierto, aunque para el encendido haremos un agujero entre el carbón en la parte donde se encuentra alojado el tubo dispensador de aire. Es ahí donde comenzaremos colocando un trozo de cartón, papel o paja con fuego, el que servirá de punto de arranque.
 



Una vez que el cartón esté ardiendo e introducido sobre el agujero, se administrará un poquito de aire por el tubo, justo en el momento en el que se tapará el cartón ardiendo con el carbón de alrededor, haciendo una pequeña montaña (se puede usar para ello el husillo o un espetón). Comprobaremos que el fuego queda enterrado y no puede verse, pero una cortina de humo se proyectará hacia arriba (por ello es conveniente tener un buen sistema de aspiración o chimenea).

Poco a poco iremos incrementando el aire que administramos hasta que una pequeña llama aparezca entre el carbón. Cuando aparece el humo blanco quiere decir que el carbón empieza a arder y cuando se pone rojo la fragua está lista.

Ahora solo hay que pinchar con el espetón sobre la cavidad del tubo de oxígeno, lugar del núcleo del fuego que utilizaremos para calentar las partes del hierro a moldear. Para controlar el fuego que no se extienda y quede concentrado usaremos el cuarto elemento que es el agua (puede ser con una botella a chorro pequeño o con una pequeña escoba mojada).

Actualmente la fragua se sigue usando como una herramienta artesanal que permite llegar a donde no pueden llegar las máquinas. Gracias a la maquinaria moderna se han podido realizar trabajos mucho más perfectos y sofisticados, aunque la fragua sigue siendo ese complemento que siempre es necesario para llegar a donde no puede la tecnología moderna. 


Diferentes fraguas




Aquí vemos dos tipos de fragua. La de más arriba es una fragua convencional que funciona con carbón coke y para apurar el fuego tiene un motor que le da viento para aumentar la combustión. Recuerden que antiguamente se usaba un soplillo o fuelle que por lo general era manipulado por un ayudante, y esta era la primera labor que efectuaban los muchachos que posteriormente serían oficiales y más tarde los maestros.



El Yunque

A mi parecer esta es la herramienta-soporte de mayor importancia, la que debe ser de buen acero y de buen peso ya que sobre este soporte se recibirán innumerables golpes de martillos de diferentes tamaños


El yunque tiene una punta donde se da forma a las partes que requieren ciertas curvas, y la parte recta sirve para elaborar los ángulos. Además posee unos orificios que sujetan otras herramientas que sirven para agujerear, perforar y cortar el acero.
A veces la pieza que estamos trabajando es demasiado grande, por lo que necesitaremos ayudantes para soportar y acomodar nuestro trabajo.





HIJO DEL HERRERO

Mi testimonio es válido por verdadero y por "ochentón": siempre me he sentido orgulloso de ser "Hijo de Herrero". Lo he cacareado en público y en privado; es más, lo he respirado a fondo, con placer, en los talleres de la fragua: aspiraba y gozaba reviviendo recuerdos.

De herencia venía la fragua, cuando la madre de mi padre (abuela María) quedó viuda a sus treinta y seis años y tuvo que poner un cajón al pequeño de la casa (mi padre Pedro) para poder alcanzar el yunque. Eran mujeres casi el resto de la familia, dedicadas a la confección y plancha de ropa.

Desde mi infancia viví, dormí, jugué, al ritmo del martillo. La fragua era el portal normal de entradas y salidas y el primer beso del día era para mi padre, a pie de yunque y por encargo de mi madre, María. Allí siempre ardía el "rincón" con sagato caliente y con algo para picar en todos los momentos: era la prolongación del hogar y casi su símbolo más atractivo.

Mi hermano, Pedro, siempre al lado del padre, se hizo tan "profesional" como nuestro padre: un prestigio fue traspasando Pozo-Cañada y sus aldeas, llenó de arte con la forja manual Albacete, Madrid, Barcelona... 

Todo auténtico y valorado. Nos detenemos en la fachada del Obispado de Albacete y valoramos rejas y balconada. Miren y comprueben. También vean la verja que rodea Los Jardinillos de la Feria: Buena faena para un lugar tan tradicional y querido en Albacete.

De mí mismo estudiantillo, desde los doce años en el Seminario de Murcia, y después en Albacete, sin apenas días de vacaciones, sólo pude colaborar en tirar de la cadena del "fuelle", cuando se iba la energía del ventilador eléctrico, y -casi por diversión- atizar leña para caldear en la calle el círculo de fuego, para "poner aros" a los carros. Me encantaba la música del "maestro y los dos oficiales" cuando arreglaban en enorme eje de galera: una auténtica sinfonía de arte.

Después... demasiado pronto... nos dejó el "maestro" y todo quedó en manos del nuevo profesor, Pedro, con sus treinta años jóvenes. La modernidad cambió los arados y vertederas, a la carpintería metálica y el arte de la forja, pero la profesionalidad y el prestigio sigue vivo. La excavadora y los constructores arrasaron lo antiguo y surgió un barrio nuevo.

Un yunque siempre quedará de testigo. También yo, cura mayor, he sacralizado en un cuadro lo que es "fruto de la tierra y del trabajo del hombre": Sobre el yunque, como altar, está el pan de la madre y del interior del yunque, como un Sagrario, manan todos los Sacramentos. Ah, y unas notas musicales y dos palabras: AMEN, ALELUYA, o sea, ESTUPENDO, VIVA.

(Juan Miguel Romero López)



GALERÍA FOTOGRÁFICA

Sus manos se han enfrentado a la vida. El tiempo las ha deslucido, les han aparecido callosidades, brotaron literalmente del alma, del corazón de un padre trabajador y luchador. Aquí, algunos de sus trabajos.




































FUENTES:

http://es.wikipedia.org/wiki/Herrero
http://www.lafuentonademuriel.com/eloficiodeherrero.htm
http://mayores.uji.es/blogs/antropologia/?p=1863
http://sanromandehornija-alfio.blogspot.com.es/2012/05/oficios-que-desaparecieron-en-nuestro.html
http://oficiosem.blogspot.com.es/2016/03/herrero.html
http://enebro.pntic.mec.es/pgof0001/viejosoficios/herrero.htm



























© 
Pedro Pablo Romero Soriano RS

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