El
esparto comienza a ser aprovechable a los doce o quince años. Durante los tres
primeros años de la vida de la planta, ésta es delicada, se resiente de los
fríos excesivos y de las solaneras. Requiere de climas soleados porque la
planta se desarrolla mal en lugares a la sombra. Aguanta un clima duro en el
que se den inviernos fríos (no de mucha intensidad) y veranos ardientes (no
sofocantes).
Vive en los suelos esteparios, con gran proporción de cal y de
sales magnésicas, sólidas y potásicas, con presencia constante de cloruro
sódico y humedad abundante. La proximidad a la costa favorece su calidad que
hace el esparto más flexible y resistente.
•
a)Cultivo.-El esparto puede criarse o por siembra o
por plantación. Si es por siembra se ha de preparar la tierra arando a poca
profundidad el terreno, esperando las lluvias de otoño para sembrar a voleo, si
se hace por plantación hay que arrancar una atocha entera que se divide en
cuatro, seis o más trozos y se introducen en hoyos previamente preparados, de
0,20m.de profundidad. Se hace en otoño, con la tierra húmeda.
Otro método es prender fuego a las atochas una vez que el esparto ha sido
arrancado, de forma que las cepas vuelvan a retoñar. Entre los pocos cuidados
que requiere el esparto está el de la "escarda" (quitar los viejos),
limpiar la planta de raigones antiguos. El esparto puede teñirse de varios
colores, los más frecuentes son el azul, rojo, negro, morado y amarillo. Las
sustancias empleadas van desde el añil molido, el alumbre, el campeche y el
alazor, hasta el azafrán.
•
b)Recolección.-La mejor época para su
recolección va desde julio a octubre y preferentemente hacia el 15 de agosto.
Para este momento el esparto está "curao". En el mes de abril se
produce la "movida" del esparto, porque es cuando el esparto"
comienza a echar la vareta y después sube la espiga", de modo que para el
verano "ya esté granado". Para la recolección había una indumentaria
especial: los hombres llevaban unas "antimparas" de lona, las mujeres
doble saya.
La herramienta empleada es la "cogedera", ("la
talisa", "manil", "palico", etc), es un especie de
clavo de acero o pedazo de madera de 20-30 cm longitud por 2 a 3 de diámetro.
Al mismo tiempo que la cogedera, agarran por las puntas al esparto que se va a
arrancar y lo arrollan al palo con una vuelta; después cogen la arrancadera con
la mano derecha para poder hacer más fuerza y con mayor comodidad y tirando
hacia arriba, arrancan el esparto que queda colocado en la mano izquierda
juntamente con la cogedera.
Con movimientos rápidos y rítmicos van arrancando el esparto que atan en
"manojos". Cuando han reunido 12-18 manojos, las casan para formar un
haz.
Algunos esparteros golpeaban con una vara "cabeza" y "cola"
del esparto evitando así que se produjeran pinchazos en las manos. Con 4
manojos se forma una "maña", con 12 "mañas" se forma un haz
y con 3 haces se hace una "carga". Y aunque el esparto verde pesa
más, sin embargo se paga más barato.
• c)Proceso de elaboración.-Enseguida de ser arrancado deberá orearse al sol
durante unos 25 días, así, el esparto pierde peso y adquiere su color dorado
característico. Este tipo recibe el nombre de "crudo o en rama". Con
él se hacen pleitas, trenzados continuos y ramales de armadura. El siguiente
paso al que se somete el esparto es el del "tendio" en el río o en la
balsa. Inmediatamente se llevaba a la era para "tenderlo" durante 15
días y conseguir, así, que se secase. Era muy importante que mientras se secaba
el esparto, no lloviera, porque entonces el esparto podía podrirse. Del mismo
modo tampoco era conveniente que se pasara de seco, porque perdía el color, por
eso cada dos o tres días se le daba la vuelta a los manojos que estaban en la
era.
Una vez que el esparto estaba seco, se acarreaba hasta la casa donde se
guardaba en los desvanes. El último proceso de convertir el esparto es el
"machacado o picado".
El método consiste en que sobre unas piedras
grandes o "machacaeras" se coloca un manojo de esparto y se golpeaba
varias veces dando vueltas al manojo, a fin de que al trabajarlo no cortase las
manos y estuviera suave.
El esparto machacado que se iba a emplear para hacer
cordeles era importante que estuviera muy bien picado y blando si se quería
emplear para hacer asas, entonces, con que estuviera a medio picar, valía
porque si no se rozaba de tantas pasadas.
Así pues, no son muchas las
herramientas que se emplean: las "cogederas" para arrancar el
esparto; las "mazas" para picarlo; los punzones o leznas y las agujas
(varias en el caso de "bastear" los serones). Por su parte la pleita
se va haciendo con las manos, trenzando el esparto y al que se van añadiendo
ramales.
Con el esparto se han hecho varios tipos de cuerdas, como por ejemplo, "el
vencejo" para atar haces, sacos o talegas; "el cordelillo"; la
soga; "la acarreadera" (soga usada para sujetar las mieses).
Para
coger olivas se han hecho los "cenachos" también se han hecho con
esparto las "agüerillas" dentro de las cuales se ponía la botija que
se llevaba al campo y que iba colgada de la "garrotera" del carro.
El
esparto de que estaba hecha la agüerilla se mojaba de vez en cuando, para que
el agua se conservase fresca. "Los baleos", quinta pieza del ajuar de
la novia, tiene una forma circular y sirve para tener los pies calientes
mientras se está cerca de la lumbre también se hacían de esparto y qué decir de
"las esteras" que se ponían en los pisos de las habitaciones durante
el invierno ya que el esparto no permite que pase el frío ni la humedad del
suelo.
Las esteras igualmente se ponían en las entradas de las casas, a modo de
felpudo, para no manchar el interior de la casa con el barro de las calles
cuando llueve. Los pastores han hecho el queso mediante "la quesera".
También han hecho una especie de mandilillos para los machos que impedían
cubrir a las hembras. Se han hecho con esparto bozales para los perros así como también "jaquimas" para las caballerías, de
esparto machacado para impedir que les raspase la piel. "Los
escriños" para llevar la harina o para la masa y "la panera"
para guardar el pan también se han hecho con esparto."
La exposición ‘Esparto Naturaleza y cultura’ puede visitarse hasta finales de mes en la José Saramago. - Foto: A. Pérez
Esparteros, artesanía milenaria
Autor: ÁNGEL ÑACLE
Cieza tiene un museo dedicado al esparto, pequeñito pero muy coqueto, más que eso, es un museo vivo porque a él se dedican varios hombres ya jubilados que nostálgicamente recuerdan su vida dedicada por entero al esparto. Albacete no lo tiene, sin embargo la tradición de toda la provincia es de esparto, de atochar, tierra Espartaria la llamó el griego Strabón en el libro primero de su Geographica dedicado a Iberia.
Quizás algún día podría ser posible, preferiblemente en Hellín por su tradición, no olvidemos que alrededor del esparto giró la vida en la ciudad durante muchas décadas, y a él le debe el auge y crecimiento en el primer tercio del siglo XX.
En el trabajo del esparto podemos diferenciar dos procesos: uno es el tratamiento de la materia prima, el esparto, el otro es la realización de productos manufacturados. En mi libro Tecnología popular de la provincia de Albacete ya dedique un epígrafe al proceso, es decir, a las fábricas de picar esparto, tan abundantes en Hellín, digamos ahora algo sobre el esparto como elemento básico.
Su nombre científico es Stipa tenacísima (tallo tenaz) impuesto en el siglo XVIII por Linneo; en nuestra provincia existen varias especies del género Stipa siendo antaño el esparto la de mayor importancia ecológica y económica en comarcas como la de Hellín.
El primer paso del proceso es el arranque o recogida de la mata en el campo para la que no existe periodo determinado, utilizándose el palo o palillo, un utensilio de hierro con una porra en su extremo que se sujeta a la muñeca del brazo con una abrazadera de soga, mientras con una mano (abarcaura) se coge el esparto con la otra se lía en el palillo para arrancarlo estirando con fuerza.
Después de pesado en la romana se procede al tendido (la tendía) que consiste en agruparlo en haces o manás y tenderlo en el mismo monte para que se ponga dorado en crudo, lo que suele variar según el periodo de recogida entre quince y treinta días, dándole la vuelta para que se dore la otra parte. Una vez seco se recoge el esparto crudo (también llamado verde) y ya se puede trabajar para elaborar diferentes y numerosísimos útiles del campo.
Lo más sencillo es elaborar sogas, soguillos, vencejos, pleita, y recincho; la pleita y el recincho son unas tiras de varios centímetros de anchura (trenzas de diez o cinco ramas respectivamente) que se van uniendo y cosiendo para hacer piezas de diversa dificultad.
No obstante para la fabricación de cordelería es necesario cocerlo, para ello se forman bultos de seis manás (de aproximadamente una arroba de peso) y se llevan a cocer a las balsas de agua donde permanecen por espacio de 30 ó 40 días cubiertos de agua, cambiándosela a la mitad del tiempo más o menos, así pierde el esparto materias céreas y sustancias nitrogenadas que facilitarán que la parte leñosa se pueda desprender con más facilidad. Seguidamente se sacan los bultos de las balsas y bien extendido se vuelve a tender para secarse al sol.
Una vez seco el esparto, atado nuevamente en manás y bultos, se lleva a la fábrica para picarlo con los mazos, proceso al que ya me referí en el libro citado. Picado, rastrillado y cardado ya está listo el esparto para el hilado, es decir, la fabricación de cordeles, piolas, sogas, etc., incluso la broza que quedaba enganchada en los rastrillos se utilizaba para hacer estropajo. Como podemos ver no se desperdiciaba nada.
Hellín, núcleo espartero. Hellín fue núcleo espartero muy principal desde tiempos de los romanos, tanto por la producción de fibra como por su manufacturación y hoy mantiene la tradición viva, al igual que en la zona serrana de la que es capital comarcal.
Son todavía innumerables las personas que trabajan el esparto, solamente como entretenimiento, y no lo hacen tanto para objetos de uso como para un fin artístico y decorativo, y en verdad que hacen auténticas maravillas. Es el caso de un artesano-artista como es Rafael Díaz que, incluso, ha expuesto sus creaciones en varias ocasiones.
Como tantos otros desarrolla su labor a partir de la jubilación. Desde niño conocía el esparto e incluso llegó a trabajar en él pero se dedicó a la albañilería y es ahora cuando se dedica plenamente a ello.
La base para hacer cualquier cosa de esparto son la pleita y el recincho, consistentes en elaborar tiras trenzadas que después hay que coser (mientras la pleita tiene normalmente diez cabos o ramas, y su anchura viene a ser de ocho a diez centímetros, el recincho tiene solamente cinco y es la mitad de ancho).
El trenzado es relativamente fácil ya que existe un punto único, la dificultad estriba, principalmente, en dar forma a las tiras jugando con los puntos, menguando o aumentando, para que una vez cosidas entre sí las pleitas formen la obra deseada.
Así se hacían multitud de aperos y utensilios para el campo y la vida agrícola y doméstica, para los animales y las personas, para transportar y para guardar, para sólidos e, incluso, para líquidos impermeabilizando el esparto con pez. El esparto y la madera formaban la práctica totalidad de los útiles domésticos, ayudados por el hierro; hasta casi mediados del siglo XX el ajuar de cualquier casa del medio rural estaba compuesto de estos materiales.
Pero a Rafael lo distingue una diferencia cualitativa y es que él no se dedica a hacer los útiles tradicionales, ahora no son necesarios, y en cierto modo no continúa la tradición sino que a la técnica y modos tradicionales incorpora una sentido estético y una creatividad que convierte a sus obras en obras de arte; esa es la diferencia.
Naturalmente tiene que utilizar la pleita y el recincho, tanto de esparto verde (recogido del campo) como el esparto picado (obtenido de las fabricas de picar), pero también añade en gran proporción el cordel (de tres cabos) y, principalmente, y ésta es su principal innovación, el hilo, de diferentes grosores, que forma la base de su trabajo.
Los rudimentos los aprendió en momentos de enfermedad del que considera su maestro, Diego Canillas, un hombre muy mayor, ya fallecido, que le enseñó a hacer el hilo y la labor básica.
A ello Rafael ha incorporado otras técnicas como el punto de cruz, de cadena, de cadeneta, etc., puntos iguales a los que se hacen con agujas. Para la ejecución de sus obras solamente tiene la imaginación, «se le viene a la cabeza» alguna cosa para hacer y en ese mismo momento, antes de que se vaya la idea, se pone a desarrollarla a base de probaturas de distintos puntos; poco a poco esa idea que tiene en mente va saliendo casi por sí sola y se transforma el objeto.
Así podemos ver en su taller botijos, jarrones (iguales que los de cerámica), porrones, botelleros, lámparas de diferentes formas y tamaños, figuras humanas como tamborileros o nazarenos, él mismo haciendo pleita, su maestro, una granja completa con varios animales, caballos en movimiento ¡qué difícil debe resultar darle dinamismo y movimiento a un animal de esparto! él dice que el animal «tiene que tener sentido» y si estuviese parado no lo tendría; los botelleros destacan por el tamaño y por el diseño, las caracoleras típicas y otras caracoleras de nuevo diseño parecen muebles de cocina, la última pieza que está terminando es un árbol de Navidad de casi dos metros de altura.
Lo dicho, un artista. No en vano ha expuesto alguna vez en salas de arte como el Museo Picornell de Hellín. La mayor parte de sus obras llevan desde las cuarenta o cincuenta horas hasta las doscientas (o más) horas, se comprenderá que no tengan precio, pero las hace por encargo y, naturalmente a un precio mucho menor que su valor en horas y muchísimo menor que su valor artístico.
Como todos los artesanos sus últimas palabras son de desilusión por la pérdida de una tradición, de una artesanía que necesita más apoyo institucional pero a la que los jóvenes, posibles continuadores, tampoco prestan demasiada atención. Mensaje amargo siempre al final de nuestras entrevistas que desluce algo la hermosura de tantos trabajos tan bien hechos.
En tierras de Albacete todavía se conserva esta copla:
¡Oh Virgen de los Remedios!,
que no se seque el esparto,
que podamos hacer pleita
para pagar el reparto».
GALERÍA FOTOGRÁFICA
REPORTAJE DE TELEVISIÓN DEL ÚLTIMO ESPARTERO DE POZO CAÑADA. "EL SAMBA"
FUENTES:
Rafa Pino BuenoLetureños por el mundo (Fotos galería fotográfica)
http://www.latribunadealbacete.es/noticia.cfm/VIVIR/20090124/esparteros/artesania/milenaria/04FC0D7F-1A64-968D-59E42CB934891F12
http://www.latribunadealbacete.es/Noticia/ZBC19087D-0729-349B-7DD29BB9A72A2E60/La-dureza-del-esparto
Bibliografía consultada
Bibliografía consultada
•
SÁNCHEZ SANZ, Mª. Elisa. "Cestería Tradicional española". (Madrid: Editora
Nacional-Colección Artes del Espacio y del Tiempo, 5, 1982), págs.47-49.
•
PARDO MORENO, Eduardo. "Apuntes sobre el esparto, localidades dónde se
cria: métodos de beneficio y cultivos: usos generales a que se destinan y en
particular su aplicación a la industria del papel". (Madrid: Imprenta de
El Clamor, 1985), pág.16.
•
BIGNIA KUONI. "Cestería Tradicional ibérica" (Barcelona: Ediciones
del Serval, 1981), pág.154.
•
ROSO DE PINA, A. "El esparto y su utilización industrial". Surco, 75.
(Madrid: Boletín del Consejo Superior de Cámaras Oficiales Agrícolas, mayo,
1948), pág.7.
•
BARO Y ZORRILLA, Fernando. "El esparto y su explotación". Catecismos
del agricultor y del ganadero, 9-Serie VIII, 1923), pág.16.
•
USEROS, Carmina. "Cocina de Albacete". 1971. Carmina Useros y Manuel
Belmonte. "En busca de la Artesanía de Albacete" (Albacete: Artes
Gráficas Fuente, 1973).
•
CHACÓN BERRUGA, Teudiselo. "El habla de la Roda". (Albacete:
C.S.I.C., 1981), pág 188.
•
GARCÍA SOLANA, Enrique. "En memoria de los baleos". (Albacete: La Voz
de Albacete, 31 mayo 1972), pp.8 y 10.
©Pedro Pablo Romero Soriano RS
©Pedro Pablo Romero Soriano RS
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