Fotografía: Mujeres jugando a las cartas. La fototeca popular de Jiloca
La abuela tenía una baraja de cartas españolas. La guardaba en el pequeño cajón de una mesita; estaba desgastada de tanto uso. Me gustaba tocar los bordes de la misma; me imaginaba todas las huellas dejadas por otros. Las tardes de sábado solíamos jugar a la brisca ella, la tía Sara y yo. Preparaba la abuela la mesa, con un hule de frutas. Sacaba un pequeño plato con pipas de calabaza y alguna almendrilla. Tres vasos de duralex ámbar, con una limonada recién exprimida. La radio sonaba de fondo, pero con un volumen mucho más bajo del habitual. Repartía la tía Sara, y las tres pasábamos horas jugando a aquel juego con el que tanto disfrutaba. A veces mentaban a personas desconocidas; el tío Sabino era muy recurrente. “ El pobrecico mío lo mucho que padeció recogiendo aceituna, con aquellas escarchas”. Las observaba atentamente, sin perder comba en el juego. Hablaban de un lugar que me quedaba lejano, de personas que nunca había visto, y sin embargo era como si estuviesen a mi lado. Siempre con sus moñetes recogidos con aquellos alfileres de alpaca. Intentaba imaginarlas con el pelo suelto. Una vez ví a la abuela cómo se lavaba el pelo. Era larguísimo, llegaba hasta la cintura. Un pelo lacio, que se lavaba con agua y vinagre. Luego se lo secaba, y lo recogía. Decía que a su marido le gustaba largo, así que no había manera de que se lo cortara. Y el abuelo, llevaba más de treinta años en el país de los ausentes, pero ella le guardaba ese deseo. La tarde iba decayendo. A la tía Sara le daba mucha rabia cuando nos salía un as, y le comíamos el tres. Se sulfuraba, echando las cartas sobre el hule. La abuela y yo sonreíamos. La brisca, nos acompañaba en aquellos momentos, hoy tan presentes en mi memoria...
Texto: Rosa Delgado.
FUENTES:
https://www.facebook.com/laalacenadedonquixote/photos/a.1191898097502351/9086212674737481/
LA ALACENA DE DON QUIXOTE
Fotografía: LA ALACENA DE DON QUIXOTE.
©Pedro Pablo Romero Soriano RS
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