Los gritos de la calle - Pozo Cañada

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martes, 21 de septiembre de 2021

Los gritos de la calle


¡¡El afiladóoor!!
¡¡Cuchillos, navajas que afilar!!
En una época en que el vendedor callejero y ambulante vuelve a llenar las calles y las plazas, y comienzan de nuevo las industrias nómadas e itinerantes a brotar en todos los países, recordamos que esa fue una de las formas usuales del comercio en los tiempos pasados, y de la mayor parte de los oficios. El vendedor anuncia su mercancía con un determinado grito o con un pregón, que tiene una connotación musical. Ya Francis Grose (1) en 1796 dice que: "La variedad de los gritos de los vendedores de diversos artículos en las calles de Londres es una de las partes más considerables de la novedad que éstas ofrecen a los extranjeros y visitantes", aunque reconoce que adivinar la mercancía por medio del lenguaje es tentativa vana ya que únicamente se oía un sonido articulado, y en ese caso los gritos de Londres se diferenciaban unos de otros por la melodía.
Las ciudades y los pueblos de Francia, Alemania, Suiza, Italia e Inglaterra reververaban con los pregones callejeros (2), y en algunos sitios había momentos en que era un guirigay. Lo mismo sucedía en España, donde desde bien antiguo, el pregón de la calle era tradicional.
En las calles solitarias los gritos callejeros resuenan como algo familiar, como algo esperado. Los gritos de la calle han llamado siempre la atención de los poetas, los historiadores, cronistas y músicos. El gran escritor Marcel Proust medía las horas de la mañana, desde su cama, por los gritos de la calle.
Todavía hoy por algunas calles de Madrid se oyen algunos pregones callejeros. En la calle de Arrieta, donde yo vivo, en el barrio antiguo de Palacio, a las diez de la mañana, pasa el más típico voceador, el cacharrero, que grita modulando:
¡Cacharrero!
Y poco después pasa otro apuesto voceador que grita con voz de bajo, oscureciendo el final:
¡EI traperooo!
¡Botelleeero!
Ya veces sólo parece decir:
¡Trapooo!
A las doce suele pasar el afilador, que ahora sólo toca el silbato, esa especie de siringa antigua degenerada. Ya no grita aquel antiguo grito de nuestra infancia:
¡El afiladóoor!
¡Cuchillos, navajas que afilar!,
¡Fresas de Aranjuez!
y
¡Miel de la Alcarria!
y
¡Rositas de olor
y qué bonitas!
que evocan otros más recientes y misteriosos, como aquel de los vendedores de la calle de Postas que decían con voz cavernosa, como si ofreciesen una mercancía prohibida, y con las manos en los bolsillos:
¡Mechero, vendo,
piedra mechero!
y otro lejanísimo que se decía en la Puerta del Sol, y nosotros niños entendíamos como "la mugra adultra", y que en realidad era el título de un folleto, que entonces se consideraba pornográfico:
"¡La mujer adúltera!"
y de nuevo el pregón juvenil y dinámico:
¡Goleada, goleada de hoy,
cóon el resultado de los partidos!
Pero, sobre todo, los gritos de la calle fueron tema de inspiración de calendarios, estampas, abecedarios, aleluyas, grabados y toda clase de imaginería. Por las estampas de los vendedores y de sus gritos que se conservan en el Museo Municipal de Barcelona y en el de Madrid, sabemos que los pregones de Madrid hacia 1840 y hasta 1880-1900 eran de lo más variado y entretenido. Se oía vocear: "¡Agua de limón!", "Medias de estambre y de lana, el mediero!", "¡El artesonero!", "¡Cestas y canastillosl", "¡A componeeer... Tinajas y artesoneees... barreños, platos y fuentes!", "¡Arena de San Isidro, el areneroooo!", "¡Arrope rico de la Mancha, al buen arrope!", "¡EI horchaterol", "¡Zooorros y plumeeeros!", "¡Las plantas con claveles dobles vendo! ", "¡La zapatilleraaa...!" "¡Perdices y conejos de campo!", "¡EI requesonero de Miraflores y a prueba!" "¡Boquilla y pipa vendo! ;.Quién me compra una?" "¡Papel y fósforos! ¡Doy cien cerillas por dos cuartos!", "¡EI esquilador!", "¡EI choriceroooo!", "¡El perrero!", "¡Navajas y puñales de Albacete y Toledooo!"
Tan populares fueron los gritos de la calle que se publican estampas con voceadores callejeros catalanes, que pregonaban: en Barcelona. Y ahí veíamos a la vendedora de "ous" y al vendedor que gritaba " ¡Carn de bou! " y luego tocaba una trompeta, y otros voceaban " iToronja dolsa!", "¿Qui compra peix?", "Pomas y prunas", "¿Qui compra pells?" y hasta "¡Pronostichs nous! ".
Los voceadores callejeros de Valencia decían: "iComprau sireres!", "iComprau llimes!", "iAlls melacatons groses!", "iAma, ¿vol freses?, "¿Voleu un forc de ails?", "¿Velem pollastres y gallines?", "¡Comprau cacahuet!", sólo para poner unos ejemplos.




FUENTE:
https://www.facebook.com/bibliotecagonzalodeberceo/photos/a.101856719951316/2390351217768510/

Biblioteca Gonzalo de Berceo

Estoy seguro que a la memoria de cada lector acudirán pregones de su tierra, cuando lean estas líneas, y mucho habría que extenderse Solamente si quisiéramos hacer una breve mención de los gritos de la calle en la América de habla española. Hoy los gritos de la calle pertenecen al pasado, se han transformado en "slogans" publicitarios en la prensa, en la radio y en la televisión, la forma más actual de pregonar una mercancía, por los grandes medios de comunicación. Sin embargo, cuando oímos un grito de la calle, a un voceador callejero, sentimos el mismo encanto que ante una labor de artesanía, que es la forma individualizada.
PREGONES CALLEJEROS
BRAVO-VILLASANTE, Carmen
Revista de Folklore número: 002 Año: 1981 Páginas en la revista: 11-14






















Pedro Pablo Romero Soriano RS

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